Crónica del Concierto de IRON MAIDEN y EDGUY en Valencia

Ávidos de emociones metálicas, nos desplazamos a tierras valencianas para resarcirnos del trauma zaragozano de hace un par de años. Sí, fuimos otros de los damnificados por la jodida tormenta aragonesa y estábamos dispuestos a tomarnos la debida justicia por nuestra mano.

Tarde soleada y calurosa. Entrada al recinto amplia, sin colas. Parecía un lugar acojonante, el Auditorio Marina Sur, ubicado en la zona del puerto deportivo parecía tener todo lo necesario: grande, asfaltado, numerosos meaderos, varias barras, varias tiendas de merchandising oficial… Luego se demostró que nuestros amigos de Rock N’ Rock habían vuelto a hacer de las suyas: mientras la peña demandara billetes, los billetes se venderían, con lo que allí nos juntamos sobre 25.000 camisetas negras, todo se quedó minúsculo, no se podía andar de un sitio para otro -sangre, sudor y lágrimas para cubrir la básica necesidad de mear - si querías cerveza, las barras estaban muy lejos, inalcanzables, tenías que hacer colas perdiendo el tiempo, lo cual te ponía de mala hostia, o podías optar por engancharte al vendedor ambulante que te sangraba con 10 euros por la cerveza que llevaba a la espalda. Es decir, no fue el agobio de La Cubierta en Leganés cuando el reencuentro de Dickinson, pero en el Auditorio, éramos más, al aire libre, y la organización nos hizo sentir hacinados como cerdos.

Respecto al escenario: 150.000 vatios de sonido y 350.000 de luz bien podrían vaticinar que íbamos a vivir y gozar otra noche memorable de La Doncella , aunque, a priori, solo se percibía una iluminación correcta, sin más; unas dimensiones “discretas”, lo esperaba bastante más grande, pero tampoco, incluso las macropantallas de video situadas en ambos lados del escenario estaban bajas. En cuanto a su ejecución, simulaba una atmósfera de espacio sideral; las pasarelas elevadas laterales para el gusto y regocijo de Bruce, y lo mejor de todo: enormes telones de fondo con imágenes de Eddie, que iban variando de acuerdo con el tema que caía en el momento.

A las 9:15 h en punto, ya con poca luz solar -lo cual facilitaba el despliegue de iluminación- ante un público variopinto de diversos rincones y edades (algunos no habían cumplido los 18 y otros no cumplirían los 60), como es tradición desde que tengo memoria, comienzan a sonar la intro ”Doctor, Doctor” de UFO acelerando aplausos y corazones, ¡joder, qué expectación y devoción se palpaba en el ambiente! Emoción que se desbordó al ritmo de “The Wicker Man”, la elegida para abrir boca, muy seguida por el personal, pero que se nos quedó como a medias: no sabía qué pasaba, o el público gritaba mucho, o el sonido aún no estaba ajustado.

Bruce, su sonrisa y su gorro de lana -qué calor, por favor!- continuaron con “The Ghost Of Navigator” manteniendo la llama encendida de un público entusiasta que se desmadró con "Wratchild”, la más celebrada hasta el momento. Bruce aprovecha para coger algo que le había tirado -prenda interior femenina?- y realizar una pequeña disertación – por cierto, ¡parece mentira que con los años que lleva pateando nuestro país, no hable el jodido nada de español!- en la que nos comentó que tenían un nuevo disco - ¿bueno o malo? je,je- y que nos iban a tocar un adelanto del mismo “El Dorado”, tema que aprovechó para hacer uso por primera vez de las pasarelas laterales, pero que no quitó que fuera un tema mediocre de un disco mediocre -esto ya lo digo yo- y que pasó sin pena ni gloria,

No aparecían grandes derroches visuales, ni tan siquiera fuegos artificiales, pero bueno, los Maiden siempre son los Maiden y ya estábamos “!calientes!”.: Bruce llegaría incluso a…subirse por la torre del escenario, claro que no era la altura de hace unos años, su voz se “intuía” en perfecto estado. El siempre simpático Nicko escondido en el fondo y en el centro -como mandan los clásicos!- cumplió con su cometido; en el lado izquierdo, Harris, el bajo más “cuerdo” del mundo mundial, no dejó de apuntar al público con su mástil, como acostumbra, a la par que gesticula las letras; más en el extremo lado derecho Gers, lo encontré menos “rarillo” que otras veces, hacía menos excentricidades y la guitarra no se alejaba tanto de sus manos en dirección vertical suspendida en el aire; a la izquierda, Dave Murray, perfecto, concentrado y metódico, de lo mejor de la noche, o el inseparable de Dickinson, Adrian Smith, rayando a gran altura, sobresaliente toda la noche.

Tiempo para el acertadamente recuperada en esta gira “Dance Of Death”, abierta por Janick con guitarra acústica, tema que personalmente me encanta, pero que resultó deslucida, no solo porque esta vez no había coreografía como en la gira su “Tour” en la descarga de Madrid” sino por el pésimo sonido que no mejoraba con el avance del concierto.

Siguieron “These Colours Don´t Run”, en el telón, un soldado con bandera inglesa en la mano – lo cual me hizo echar muchísimo de menos “The Trooper”- continuando con la actuación de Dickinson, que se dedicó recorrer las pasarelas y no paró de hablar –al jodido sí se le escuchaba ahora- y empezó con el juego en el que él, como maestro de ceremonias, nos dirige en el peculiar enfrentamiento de gritos entre las distintas zonas del público –aquí un poquito de castellano sería fácil y no le/nos vendría mal- finalizando con el momento más emotivo de la noche al dedicarle, al irrepetible Dio, “Blood Brothers”.

Seguidamente “Wildest Dreams” –bien, sin más- ,“No More Lies”- tema dinámico, que gustó y que conectó con el público- “Brave New World” –tema que me encanta pero que esta noche no me “conquistó” entre otras cosas, por lo mal ecualizada que estaba la voz- hasta que llegó el turno del pelotazo de la noche, “Fear Of The Dark”, sacó lo mejor de las 25.000 gargantas apelotonadas que de los que allí estábamos congregados, y aunque a Bruce solo los escuchábamos cuando el tema no era acompañado de instrumentos, la devoción por este tema fue absolutamente mayoritaria y la participación total, llegando al punto más alto cuando Bruce escaló por la estructura metálica, situada tras Gers. Apoteósico, el mejor momento de la noche valenciana.

Una vez recalentados y situados en el mejor punto de la noche, comenzaron a tirar de los clásicos y esto ya parecía otra cosa, esto si era lo que habíamos venido a degustar. La siguiente la presentábamos nosotros como respuesta al grito de - Scream for me Valencia!, “Iron Maiden”, con su telón de fondo incluido, nos arrastró definitivamente a la fiesta que estábamos buscando, no pudiendo faltar Eddie y su clásica batalla en la que siempre acaba perdiendo –joder, lo que se hizo de rogar su aparición- y que esta vez se puso a tocar la guitarra ante el fervor de los asistentes.

Pequeño parón, no mucha demanda –todos sabíamos que saldrían- y vuelta al ataque con un trío insuperable, la primera el clásico de los clásicos “The Number Of The Beast”-nunca he estado en un concierto que no la toquen-, seguida de “Hallowwed Be Thy Name”, -Dios santo! qué poderoso es este tema y cómo queda reducido con este puñetero sonido!- rematando con “Running Free”, en la que aprovechó para presentar al grupo y despedirse definitivamente, tras dos horas exactas desde el comienzo -osease, ½ € el minuto-.

Para ser el último concierto de los 36 que ha ofrecido en este “The Final Frontier World Tour” de esta primera parte de la gira, no se apartaron un ápice del guión y, aunque los Maiden son los Maiden, no hay que olvidar que los cimientos sólidos arrancan con sus primeros 4 discos, de los cuales no cayeron las que deberían, es decir, el repertorio se basó en los discos de la post-reunión y aunque tienen su cosa, la verdad es que estos discos tienen buenos temas pero no se pueden comparar ni de lejos el “The Final Frontier” con el “The Number of The Beast” . En resumen, mediocre selección de temas, una mierda de sonido –más de uno salió fastidiado por no haber recibido la inversión esperada de 60€ en la entrada- un escenario bajo y, aunque el sexteto británico hizo lo de siempre, no pareció lo de siempre.

Son ya muchos los conciertos vividos y, sin duda, este ha sido uno de los peores que he tenido la oportunidad de presenciar de grandes bandas -aún fue peor de Megadeth en el MetalWay- y si hablamos de los Maiden, sin duda, el peor de todos, muy por debajo, incluso de los conciertos con Blaze como vocalista. En definitiva, nos quedamos con la sensación de que nos perdimos el bueno -el de Zaragoza- y asistimos al malo -el de Valencia-.


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