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14-03-09 PRIEST FEAST - Zaragoza (Plaza de Toros)
Se estrena El Padrino II. La Alemania de Beckenbauer organiza y gana el Mundial
de Fútbol a la Holanda de Cruyff. En España aún está el general Franco en el
poder. Nixon se ve obligado a abandonar la Casa Blanca por el escándalo
Watergate. Unos chicos de Birmingham debutan en el mercado con un disco llamado
Rocka Rolla. Estamos en 1974.
Han pasado treinta y cinco años desde entonces. Mucho ha cambiado el mundo en este tiempo, y algo que aún perdura es esa banda que se asomó a la incipiente escena metálica aquel año. Los JUDAS PRIEST, tras la edición de su ambicioso disco conceptual NOSTRADAMUS, vuelven a España con un cartel de auténtico lujo bautizado como PRIEST FEAST. Allí estamos para disfrutarlo.
De las cuatro fechas programadas en nuestro país (San Sebastián, Zaragoza, Leganés y Badalona) escogemos la capital aragonesa por celebrarse el concierto en sábado y por disponer de alojamiento con familiares a orillas del Ebro. En apenas tres horas y media (las cosas del tren de alta velocidad) se cubre la distancia desde Sevilla a la ciudad del Pilar, de forma que el plan para el fin de semana es perfecto. Después de dar buena cuenta del interesante tapeo maño y sus respectivas copas nocturnas, el mediodía del sábado es apropiado para el paseo por el centro, que a esas horas se va poblando de melenudos en vaqueros y cueros. Con tiempo para llegar cómodamente, tomo el camino hacia la Plaza de Toros ante cuya fachada se disponen los imponentes autobuses y camiones que traen a músicos, técnicos y material.
El acceso es fluido y la disposición interior perfecta. Para evitar el posible fresco de la noche zaragozana, se ha desplegado la cubierta del coso. Localizamos el puesto de merchandising oficial y vamos tomando nota para ver qué nos llevamos al concluir el evento. Las camisetas a 30 euros son atractivas y las sudaderas a 60, prohibitivas.
Antes de que empiece el festival, numerosos "mochilaman" se pasean entre la concurrencia facilitando así la distribución de bebidas sin que se colapsen las habituales barras. Buen punto para la organización. Entre el público, de media de edad avanzada, vemos al doble de TOM ARAYA. Era clavado al de SLAYER el tío. Sólo le faltaba el bajo.
Poco antes de la hora prevista para el arranque, cesa la música (sonaba el clásico THE BOYS ARE BACK IN TOWN de los gloriosos THIN LIZZY) y el recinto se oscurece para el comienzo del deleite. Adrenalina a tope.
Con cinco minutos de antelación sobre el horario programado saltan a escena los
de Oakland para descargar su poderoso material. Bajo un telón presidido por la
portada de su reciente lanzamiento THE FORMATION OF DAMNATION, la avalancha
comienza con OVER THE WALL, el tema que abría su disco debut allá por 1987.
Apenas cinco minutos bastan para advertir el nefasto sonido que lamentablemente
se mantendría toda la actuación del quinteto. Con un excesivo volumen que
distorsionaba desde las guitarras a la voz de CHUCK BILLY, la actitud de la
banda no pudo con la tortura que para los oídos supuso el concierto.
Hubo tiempo para repasar clásicos como THE NEW ORDER, SOULS OF BLACK o PRACTICE WHAT YOU PREACH. Igualmente presentaron material reciente como el tema que titula su último disco, que cerró su intervención, o MORE THAN MEETS THE EYE, tal vez el que más me gustó.
Destacamos la labor del seis cuerdas ALEX SKOLNIK, que llevó el peso del grupo en directo, así como la infatigable pegada de PAUL BOSTAPH en la batería. Por supuesto no olvidamos el carisma del voluminoso BILLY, que no paró de "intepretar" cual si una guitarra fuera los temas en el pie de su micro. Lástima del sonido, porque si no guardaría mejor recuerdo del paso de los TESTAMENT por Zaragoza.
Tiempo de actuación previsto: 45 minutos
Horario en escena: de 19.55 a 20.41
Repertorio:
Apenas veinte minutos fueron suficientes para instalar la estratosférica batería del bueno de SHAWN DROVER y para ultimar las pruebas de sonido. Un simple telón con el logotipo de la banda que MUSTAINE creó tras su despido de METALLICA era toda la concesión escénica que nos ofrecían. El reloj del lateral del escenario se puso en 1:00:00 y comenzó la marcha atrás, anunciando el tiempo de actuación de la banda.
En tan poco tiempo los técnicos habían cambiado por completo el panorama
sonoro, hasta tal punto que los dos primeros temas se escuchaban demasiado
bajos. Era pasar del blanco al negro. Menos mal que afinaron poco después y el
resto del concierto fue acompañado por unas mejores condiciones.
De las tres bandas que hoy se presentaban, MEGADETH era a quienes había visto en más ocasiones, tres en concreto desde aquella primera vez en el MONSTERS de 1992. Prácticamente en cada concierto DAVE MUSTAINE ha venido con músicos distintos, demostrando el inestable carácter del rubio guitarrista. La efímera permanencia de los acompañantes en la banda sin embargo no supuso en esta ocasión falta de sincronización o mal sonido. Más bien al revés, creo que ha sido cuando más me ha gustado su propuesta.
El grueso de la actuación recae en los temas "de toda la vida" como PEACE SELLS, SWEATING BULLETS o DARKEST HOUR. Apenas prestaron atención a los lanzamientos más cercanos en el tiempo, lo cual agradezco porque para mí sus mejores días a nivel creativo pasaron hace ya años, concretamente en sus discos SO FAR SO GOOD, RUST IN PEACE y COUNTDOWN TO EXTINCTION.
CHRIS BRODERICK resulta ser un gran guitarrista en escena y, aunque tiene bastante limitada la proximidad al público, acaparada en su totalidad por el incuestionable líder, su técnica es elevada y su compenetración con el bajista JAMES LOMENZO es de destacar. De DAVE MUSTAINE me sorprendió gratamente su calidez (dentro de sus posibilidades, ojo), ya que se mostró agradecido al público en varias ocasiones y hasta lo vi tirar besos. Si le da por hacer lo mismo algún día a MILLE PETROZZA ya se me caerá el mundo encima…
Momentos destacados fueron sus dos temas más "comerciales", es decir, SYMPHONY OF DESTRUCTION y A TOUT LE MONDE. El cierre de la fiesta fue con su himno HOLY WARS, que no suele faltar en sus repertorios. Eché en falta, eso sí, su clásica versión ANARCHY IN THE U.K. y algún recuerdo a sus primeros años como MARY JANE o MECHANIX, pero no se puede tener todo.
En resumen, un gran concierto de los MEGADETH, que para mí fueron lo mejor del conjunto de la velada. Para ellos fue mi reconocimiento en el puesto de camisetas, con una que llevaba estampada al díscolo guitarrista y que engrosa mi colección. A la espalda, la guitarra con la portada del disco RUST IN PEACE que lució MUSTAINE en un par de temas.
Tiempo de actuación previsto: 60 minutos
Horario en escena: de 21.03 a 22.05
Repertorio:
Con una imponente puesta en escena, los cabezas del cartel salieron a rockear
apenas dos minutos sobre la hora prevista. El juego de luces fue soberbio en
toda la actuación, así como el sonido, notablemente mejor que las bandas
precedentes.
Una vez apagadas las luces, la penetrante mirada de Michel de Nostradamus
presidía el comienzo del espectáculo mientras sonaba la introducción del
disco basado en el popular médico y astrólogo del XVI. La aparición de
HALFORD en una elevada plataforma ataviado con una túnica plateada y con el
tridente del peculiar logotipo del grupo puso a la audiencia enfervorecida. Todo
el mundo cantó al unísono el estribillo de PROPHECY, tal vez el tema más
"fácil" del último disco de los PRIEST.
Aunque tras editar un álbum conceptual se venía hablando que la gira posterior iba a recaer casi exclusivamente en el mismo con una representación dramática de acompañamiento (algo como ha hecho QUEENSRYCHE al llevar a los conciertos el OPERATION MINDCRIME I y II), la verdad es que apenas hubo un par de guiños al disco NOSTRADAMUS. La actuación se centró en los temas más históricos de los británicos.
Sin tiempo para asimilarlo, el espectáculo continuó con METAL GODS y la locura se apoderó de todos mientras los dioses del metal, que eso y no otra cosa son JUDAS PRIEST, comenzaban a desgranar su música. Abanderados del Heavy como ningún otro grupo, sus temas de los setenta (inconmensurables en SINNER) o los ochenta (DEVIL’S CHILD o ROCK HARD RIDE FREE) rejuvenecieron a todos los allí congregados. Hubo también tiempo para retomar la actualidad con MESSENGER OF DEATH o ANGEL, que para mi gusto cortaron el ritmo de la actuación al no distanciar en el tiempo dos temas lentos que enfriaron bastante el ambiente.
De todos modos, ver sobre el escenario a K.K. DOWNING y GLENN TIPTON es un
verdadero placer y un reconocimiento a todos los músicos que engrandecen este
género tan denostado por quienes ni se acercado a él. Las dos hachas de los
PRIEST, eternos desde hace casi cuarenta años, se entregaron al máximo y
pusieron al público a sus pies a cada riff. Por su lado, el estático IAN HILL,
que parece que esté clavado al suelo, demostró que la base rítmica de los
ingleses recae por algo en la misma persona desde el lejano 1969 en que fundó
el grupo con su entonces compañero de escuela DOWNING. Mención aparte merece
el infatigable SCOTT TRAVIS, que es una verdadera apisonadora con su batería y
un espectáculo cada vez que se sube a un escenario.
Para el final dejamos al cantante de heavy por antonomasia (compartiendo trono seguramente con RONNIE JAMES DIO, UDO DIRKSCHNEIDER o BRUCE DICKINSON). El inimitable ROB HALFORD lució un variadísimo repertorio de guardapolvos y chaquetas de cuero con todo tipo de tachuelas, cadenas, calaveras y demás lindezas marca de la casa. Con sus botas con relucientes espuelas y luciendo la tatuada calva, el gran frontman del Metal no paró de comunicarse con el público y de agradecer el apoyo. A nivel vocal estuvo sobrio, dominando las tablas como pocos hacen. Lógicamente no puede alcanzar, es ley de vida, los tonos de antaño, pero su veteranía lo ayuda a salir airoso. En algún tema como PAINKILLER sufrió una verdadera agonía, pero en general aprobó con nota el trance.
La escenografía se cuidó hasta el detalle, con la presencia de puertas de las que salían tronos o banderas rojas que ondeaban en los laterales del escenario. El juego de luces fue fantástico, de lo mejor que he visto en mi vida. Otra cosa que agradecí fue la repesca de temas poco habituales como HELL PATROL, lo cual siempre es de reconocer.
Los mejores momentos de la noche, lógicamente, lo supusieron los numerosos himnos de los PRIEST, como BREAKING THE LAW, ELECTRIC EYE o HELL BENT FOR LEATHER, que cantó ROB montado en la tradicional Harley como en sus mejores días.
Debo lamentarme sin embargo por la ausencia de algunos clásicos que estuve esperando todo el concierto. Que falte DIAMONDS AND RUST, THE SENTINEL o sobre todo LIVING AFTER MIDNIGHT no tiene perdón. A ver si la próxima vez están incluidos.
Tiempo de actuación previsto: 100 minutos
Horario en escena: de 22.32 a 00.12
Repertorio:
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Larga vida al Rock’n Roll
José María Pinilla
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