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13-08-04 EXTREMODURO - Murcia-San Javier (Polideportivo Municipal)

            En el mismo recinto donde años atrás, en alguna ocasión, el MenorRock dejó caer alguna de las descargas más memorables que hayan habido en tierras murcianas, asistimos a presenciar al de Plasencia.

            Lo primero que observamos al llegar, es que el número de coches aparcados presagiaban una buena asistencia; lo segundo que las costumbres de los seguidores habían cambiado: mucho coche con el minibar en pleno esplendor a base de cubatas, la cerveza en un discretísimo segundo plano. En tercer lugar, que íbamos a estar bien acompañados: en la misma puerta 7 vehículos de esos verdes y blancos que suelen ser conducidos por miedosos, ya que van en parejas.

            Con la puntualidad que raramente nos caracteriza, accedimos al recinto, donde apreciamos una gran afluencia (unas 3000 personas, mayoritariamente jóvenes, 18-22 años); un escenario sin techo, bastante amplio; unas ridículas 6-8 casetas para hacer nuestras necesidades (es decir, a mear los pinos); y una larga barra en la que había que esperar para lograr la meta de conseguir un mini (5€, lógica que demuestra la necesidad del minibar ambulante) que amortiguara la calurosa noche.

            Con 40 minutos de retraso sobre la hora inicialmente prevista, se apagaron las luces y comenzaron a sonar los primeros acordes de "Cabeza abajo", con un buen rato instrumental (motivo por el cual eligen este tema para la apertura de la noche) en el que se perfilaron la posición de los 5 componentes hasta entonces, Iñaki Antón a la derecha, tras él, un acelerado teclista que, según Diego sonaba a lo Deep Purple; en el centro, parte trasera, Cantera a la batería (se incorporó en el 98 con el séptimo trabajo de la banda "Canciones Prohibidas"); a la izquierda ¿Miguel? Al bajo y, detrás de él, un último componente, rapado, que comenzó tocando la guitarra y más adelante demostró ser multiusos: igual tocaba una pandereta que una guitarra o un saxo. Tras el lucimiento del grupo en estos primeros instantes instrumentales, aparece entre silbidos y aplausos el peculiar Roberto Iniesta, con su voz, su guitarra y como única indumentaria su falda.

            Continuaron con "No me calientes que me hundo", primer corte de su último disco recopilatorio "Grandes éxitos y fracasos" o "A fuego", alcanzado una línea regular durante la primera parte del concierto, línea que no decayó con un tema nuevo que, como sugirió Robe, no lo sabíamos nosotros ni casi se lo sabían ellos.

            A estas alturas, el "Manué" como dijo Robe, se fue a mear, y volvió bastante más "ligero" porque a partir de ese momento y durante toda la noche "Uoho", fue un torbellino encima del escenario, marcándose un duelo continuo, con el integrante "rapado" en aceleración, muescas, posturas, espasmos… … a veces, que jodidamente bien sienta el mear.

            Lo que también percibimos fue que el sonido era pésimo, lo que creía que eran desajustes iniciales se convirtió en norma de todo el concierto: todo por separado sonaba bien, pero juntos formaban un cóctel que no había manera de pillar lo que decía el de Plasencia. No entiendo como con las sesiones que llevan a sus espaldas no consiguen un mayor efecto sonoro de conjunto.

            Con todo el juego de luces enfocando al componente más estático de la banda (¿se estará quitando?), Robe, comenzó la lograda "Standby" incrementando la participación activa de la concurrencia, que se sumó mayoritariamente a corear la canción. Realmente me encanta este tema perteneciente al, para mí, su mejor disco para escuchar en casa "Yo, Minoría Absoluta" (2002), con una elaboración y producción de lujo, repleto de preciosas canciones que expresan la evolución del grupo como "La vereda de la puerta de atrás", y otras que nos demuestran que no olvidan sus raíces mostrándonos la transgresión provocadora de sus incisivas letras como "Puta".

            Para no bajar el ímpetu del personal compaginaron temas más recientes como "Buscando una luna" con otros más antiguos como "Quemando tus recuerdos", "Los tengo todos" o "Necesito drogas y amor" que nos muestra el perfil más "exceso" del carismático líder del grupo extremeño.

            Llegó entonces lo mejor de la noche (y no fue, pese al calor, el nuevo mini que trajo Diego), llegó la hora de la expansión absoluta del rock transgresivo de Extremoduro, llegó la hora de la máxima expresión de la creatividad que constituye ese original temazo de 30 minutos que es "Pedrá", del álbum homónimo que originalmente quisieron editar como Proyecto Pedrá y que supuso la primera colaboración de Iñaki Antón de Platero y Tú. Pensaba que podría cansar la puesta en escena de la totalidad del tema, pero ¡qué va!, fue una sobredosis de adrenalina que, no siendo de las más celebradas del público, sí que nos lanzó a saltar y rugir con ganas, siendo un auténtico regalo a los oídos. Fue una buena elección, resultando un acierto de 30 minutos de la parte más cañera de los "Extremo", tras la cual se tomaron un descanso.

            Tras acercarnos a la barra, la primera en la frente; el avispado encargado debía pensar que no debíamos beber en demasía, ya no habían minis que adquirir, es decir, vasitos pequeños que salían más caros. Al final, resultaba que el personal era de los "nuestros" y la sed desbordó las previsiones. Recordé un comentario de Enrique J.B. de hace unos años, cuando Extremoduro tocaron en Albatera: - Al día siguiente no había cerveza en ningún bar-. Los seguidores llegaron tan sedientos que vaciaron las reservas del preciado líquido cervezero.

            Transcurridos 20 minutos de parada, reaparecieron dispuestos a movilizar al público desde el primer instante, entrando a saco con la primera, "Jesucristo García", que nos dio más alas que el LSD para saltar y volar.

            Continuaron desgranando temas más desconocidos como "Prometeo" o "Enemigo" a costa de otros más famosos como "So Payaso", no impidiendo, sin embargo, que continuara creándose paulatinamente una atmósfera propensa de complicidad grupo-público, atmósfera que alcanzó su momento más alto con "Deltoya" con muchos brazos arriba que enervaron los ánimos de la concurrencia y acortaron el camino del éxtasis que culminó con la siguiente que enlazaron "Pepe Botika" en la que el desenfreno que envolvía a Antón, era de tal calibre que acabó, a base de latigazos a la guitarra, girando por el suelo y contagiándonos en esa pérdida de cordura de manera espectacular; todo el polideportivo patas arriba, botando y expulsando lo ingerido por sí, después, los de verde nos hacían "soplar".

            Tras una breve despedida en la que abandonaron el escenario, aprovechamos para pasar de la zona media en la estábamos (a media altura entre escenario y mesa de mezclas) a la zona de empujones (junto al tablao, llena de descamisados), donde se escuchaba más a los que teníamos alrededor que a Robe.

            Volvieron a reaparecer para descargar las tres últimas: "Puta", la más demandada en el bis, y que ya ha pasado a englobar uno más de los himnos del grupo; "Salir", muy coreada con su estribillo pegadizo; y seguidamente, a base de tres gritos desgarradores de "Ama", finalizaron con la que está siendo habitual en esta gira, "Ama, ama, ama y ensancha el alma", poniendo punto final a una actuación correcta y profesional, olvidando tiempos de antaño en los que las "ida de olla" del grupo alternaban grandes actuaciones con otras pésimas.

            En definitiva, un buen concierto (con el inconveniente del sonido) dividido en dos partes de una hora de duración cada una, con un Roberto correcto y un Iñaki que le ofreció mucho juego al respetable, y una buena selección de temas que hubiera mejorado con otros como "Extremaydura", tema que en su momento les supuso el veto de la Junta de Extremadura para sus actuaciones en suelo extremeño. Sin llegar a ser lo multitudinaria de la gira del "Agila", que los convirtió en el mejor grupo de rock nacional en el 96, sí que continúan demostrando su enorme poder de congregación.

Bravo-Ceutí